miércoles, 31 de agosto de 2005

La otra fiesta

Llevamos todo el verano hablando de la fiesta del verano: para cuando empiece, para cuando crucemos el ecuador, para cuando acabe... Hablando de la fiesta del verano y haciendo bricomanías varias. Nunca nos ponemos de acuerdo entre una mano y otra. Ni para las fiestas ni para las bricomanías. Así nos van las cosas. Uno se cae de la hamaca por ingerir un yogur y el otro no se cae. En fin.

Hete aquí -qué bien suena eso tan del diecinueve- que una de las manos le ha dicho a la otra algo así como "¿trabajas el fin de semana?". La otra, ingenua, pensaba que la trataban de seducir y que la iban invitar a cenar. "No", se hizo la interesante. "¿Hacemos la fiesta del verano? ¿En tu casa o en la mía?" Esta última frase prometía, pero todo se fue al traste cuando la mano seductora, la que hacía todas las proposiciones deshonestas, dijo que hablara con menganita, fulanita y más fulanitas.

Ayer, que era martes, decidí que no me apetecía esa fiesta. ¿Por qué? Porque era martes y los martes no se decide nunca si el sábado se organiza una fiesta. Eso es una vulgaridad. Hoy es miércoles y me apetece un poco más, pero no mucho. Acaso el domingo esté entusiasmado con la idea. Quizá llame a la otra mano y le diga: "Celebremos la fiesta de ayer".

lunes, 29 de agosto de 2005

La hamaca

Estaba de un humor de perros (perdón Mao), refunfuñando yo solo y haciendo las cosas muy serio. Había rechazado una invitación para ir al cine porque, cuando estoy de mal humor, muerdo y, qué carajo, nadie tiene la culpa. Así que estaba de león enjaulado y de domador a la vez.

Cené un trozo de exquisita tortilla de patata que me había sobrado de la comida. Está feo que yo diga que las tortillas me salen requetebien pero es que es verdad. Para terminar cojo un Bio con frutas del bosque. Según lo saco de la nevera le miro a los ojos, de hombre a hombre, y le asigno dos tareas. La primera completar nutricionalmente la cena y redondearla con un toque dulce. La segunda, mejorarme un poco el ánimo, es decir, endulzarme a mí también. Un poco. No responde pero yo creo que lo ha entendido. Para que vea que voy en serio le quito la tapa, la chupo convenientemente y cojo una cuchara pero, en vez de metérsela, se la apoyo encima cruzada. Rito, ya lo sé. ¿Manías? puede. Decido que la mesa de la cocina no tiene suficiente rango para el acontecimiento y salgo a la terraza.

Hace una noche estupenda, con una temperatura perfecta pero mi inestabilidad emocional no me permite disfrutarla como debiera. Cuelgo la hamaca que traje de Brasil y que ha estado encerrada en un cajón hasta este momento. La ato de un lado. La ato del otro. Me siento. Se estira, se estira hasta que acabo con el culo en el suelo. Me levanto. Evito echarle la culpa a la hamaca porque es nueva en el barrio (inmigrante, además) y ella ha actuado según su naturaleza, aparentemente sin mala intención. Acorto las dos cuerdas con sendos nudos. Pienso que el teorema de la hamaca asegura que la primera vez que se cuelga, uno necesariamente se cae, que no tiene importancia. Pero, ajustados los nudos y con un culetazo en mi haber... esto ya no puede fallar. Cojo el Bio con la cuchara cruzada encima y me tumbo sin miedo. El nudo se deshace y yo ruedo por el suelo. La hamaca está llena de Bio de frutas del bosque, la cuchara se burla por el suelo haciendo clink clink. Y, de repente, rompo a carcajadas. Podía haber roto a llorar pero empiezo a reír.

Felicito al Bio, misión cumplida, y me acabo lo que ha quedado dentro, menos de la mitad. Limpio el suelo, la hamaca, mis brazos, echo a lavar la ropa. Aseguro con cuatro nudos cada extremo. Me tumbo desnudo pensando que hace una noche realmente maravillosa.

jueves, 25 de agosto de 2005

La fiesta

Se acercan las 5000 visitas. Y lo prometido es deuda. El otro día las manos se juntaron en plan Cava Baja, Café del Nuncio y un pulpito a feira en un gallego moderno de cuyo nombre no puedo acordarme. y se preguntaban

1. ¿La fiesta ¿de incógnito o a cara descubierta?
2. ¿Cuántos invitados vendrán? ¿serán nuestros posteros 200 o 5 con múltiples pseudónimos?
3. ¿Andarán por ahí o serán sólo píxeles?
4. y ¿Qué vamos a hacer en la fiesta, jugar al escondite, postearnos con portátiles o frotar nuestros respectivos ratones contra la albombra?

Contéstanoa a estas preguntas y a alguna más, por favor.

Como en las bodas, y para ir reservando Se Ruega Confirmación.

Vaaaaaale

Sois muchos los que me habéis llamado inquietos con la etiqueta de mi colchón. Algunos dudábais de la autenticidad. Pensábais que estaba retocada con Fotochó o algún programa similar.

Vaaaaaaaale lo reconozco, había truco. Borré el mensaje original y escribí uno que me gustaba más. Publico ahora la foto original para que mi credibilidad se restablezca y podáis dormir tranquilos/as.

miércoles, 24 de agosto de 2005

But not for me



He vuelto a despertarme esta mañana sobre mi sábana roja un poco más grande que el colchón.
Bien.
No tan bien.
No sé.
Un instante antes de que el despertador sonara.
Bien.
No tan bien.
No sé.
He subido a ver si mis flores seguían ahí.
Bien.
Muy bien.

Me he sentado a tomar un Bio de frutas del bosque. Después de la rueda y del asiento de atrás de los coches, el Bio de frutas del bosque es el mejor invento de la historia de la Humanidad. Cantaba Ella Fitzgerald en el salón But not for me porque se lo había pedido yo pulsando el botón que tiene un triángulo dibujado. Ella -léase Ela, plis- canta como los pájaros, como si nunca fuese a llover. Reparo en que muchas de las negras gordas que cantan jazz han muerto jóvenes. Ella (léase Ela) no. Mientras, tuesto dos rebanadas de pan. Otras se fueron al otro barrio por sobredosis de distintas sustancias. Dinah Washington, por ejemplo, murió de sobredosis de adelgazantes, privándonos de los días soleados que salían de su garganta. Ella (léase Ela) no, Ella (léase como se quiera) murio de diabetes, a los ochenta y tantos, con las piernas amputadas y cinco bypasses, haciendo caso omiso a la máxima que dice "muere joven y deja un cadáver bonito". Pienso en cuántos donuts debió comerse a lo largo de su vida esa buena mujer. Viva el donut en cualquier caso. Trituro unos tomates pequeñitos y muy sabrosos que estaban a punto de echarse a perder y unto las tostadas. Encima pongo unas anchoas de L´Escala que me ha regalado una amiga. Para desayunar, sí, ¿qué pasa?. They´re writing songs of love, but not for me. Levanto la tostada al aire. Solemnemente. ¡Por ti gordita! Y por todos los negros que nos alegran la vida con su música maravillosa. Se me cae una gota de aceite en el pijama a la manera en que lo hacen las lágrimas inoportunas. Salada y espesa.
No tan bien.
Bien.
No sé.

lunes, 22 de agosto de 2005

Etiqueta del colchón IKEA

Cuando hice la foto a mi colchón vencido reparé en la etiqueta.

De la misma manera que siempre leo los carteles de los vados, nunca lo hago con las etiquetas de los colchones.

Os la enseño, a ver qué os parece.

Amor de verano

Le tenía echado el ojo desde hacía meses. Me rondaba la cabeza, interfería en mis pensamientos de la manera más inoportuna. ¡Qué cosas ricas hará! ¡Seguro que es una máquina! Los hombres somos así, siempre pensando en lo mismo y de la misma manera. Lo podemos resumir en una simple palabra de seis letras: placer. Me decidí. Fue en una sobremesa. Ya está. Llámala, háblale de mi. Lo hizo y... ¡funcionó! No perdí mucho tiempo, pero me hice el interesante. Me di un baño en la piscina, una ducha y me dirigí a su casa. Con ese no sé qué en el estómago ante lo desconocido, ante el primer contacto... Llamé al timbre. Me abrieron la puerta. ¡Lo espera en la cocina, señor! Fue verla y confirmar todas mis inquietudes. Fue verla y saber que era mía, que debía ser mía, que este verano debía ser como aquel verano de 86 en que la conocí a ella, que no debía dar un paso atrás, que debía ser valiente y decidido. La toqué. Sí, la toqué. Allí mismo, en la cocina de una desconocida. Ronroneó. Miré a la dueña de la casa y le solté con la decisión que había acumulado durante minutos y minutos: ¡Me la llevo! Hoy la Thermomix ocupa un lugar de privilegio en mi cocina y ya ha demostrado que hace unas comiditas riquísimas.

domingo, 21 de agosto de 2005

sábado, 20 de agosto de 2005

La cebolla

Trazó un plan.

Salió de casa, fue al mercado. Compró sólo una cebolla, pero una buena cebolla. Volvió y empezó a picarla. Bien finito. Así podía llorar a sus anchas. Y además podía echarle la culpa a alguien.

A la cebolla.

viernes, 19 de agosto de 2005

Flores



Ayer compré flores blancas, violeta y rojas. Dos tipos de rojas: unas como puñales y otras sencillamente como flores. He pasado un buen rato decidiendo dónde debían ir. He conseguido un buen dolor de riñones pero me ha quedado la terraza niquelá.

Cuando he terminado he mirado con satisfacción mi obra y he encontrado un pero: "debería haberlas puesto todas del mismo color en vez de batiburrillo, que queda más conceptual, más moderno, más de diseño, más maisondecor..." Mira, que les den por el culo -con perdón- a los conceptuales, a los modernos y a los maisondecores. Yo pongo la terraza como quiero. Además, fijo que se me muere alguna y se me descabala el paisajismo".

Por teléfono me ha preguntado una amiga: ¿Qué flores son?. No me sé la raza de ninguna de mis flores pero me consta que tienen pedigrí, se les nota en la altivez.



Los más avispados se habrán dado cuenta de que a la segunda por la izquierda le ha salido una antena, será una mutación.

jueves, 18 de agosto de 2005

Susto

Lo primero que he oído esta mañana ha sido un gordo canturreando en la cama a mi lado. Enseguida me ha dado el flash de que ayer se me fue la mano con los cubatas en Sarandonga y en vez de traerme a casa a la camarera, me traje al portero. Pero no, era Van Morrison. Sonaba en mi aparato nuevo, que tiene mucha calidad. ¡Cómo no me dí cuenta de los arreglos de metales!

Poco a poco recupero las pulsaciones normales. Abro los ojos, miro al techo, sigue blanco.

Habría preferido escuchar a Whitney Houston sin otro acompañamiento que el chorro de mi ducha, de fondo. O a la camarera. Pero me conformaré con el irlandés.

Teorema de Baskin Robins

La velocidad a la que se derrite un helado es directamente proporcional al precio de la camisa e independiente de la temperatura ambiente.

miércoles, 17 de agosto de 2005

Mano Roja



¡Hola manos! Parece ser, que hace ya tiempo que no se envían manos. Bueno, pues aquí os envío la mano de una amiga, pero no os cuento la historia.

¿Acaba de probar un pastel?... o ¿va a probar un pastel?

Os beso la mano.

Fdo: Te miro y no estás aquí

martes, 16 de agosto de 2005

El elefante

Hay una cala en el parque natural Cabo de Gata que llamamos Cala Amarilla. U. dice que no se llama así, y si U. lo dice será porque probablemente no se llame así. El caso es que el grupo de Rodalquilar, en el que me incluyo, la denomina Cala Amarilla. Para mí, y a falta de un nombre mejor... Cala Amarilla. Esta cala es mágica, está entre el Barronal y Mónsul, hay que caminar unos quince minutos para llegar y tiene una pared rugosa como si fuera la piel de un elefante gigante y dormido.



Esto me parecía a mí. Miraba esa pared y pensaba ¿qué hará despertarse al elefante? ¿Y si nos pilla dormitando bajo la sombrilla? No nos va a dar tiempo ni a ponernos el bañador.

Pero alguien se acercó más y vio caras, un montón de seres escondidos en los pliegues. Y los dibujó. Ahora, cuando miro la pared de cala Amarilla pienso que es un elefante gigante y dormido...



...vestido con una camiseta estampada.

lunes, 15 de agosto de 2005

El sabor de la memoria

Tengo un picor incrustado en los ojos como de ola inmortal que va y viene y me mantiene con vida. Amanezco con la vista azul mar, moteada de siluetas de sombrillas de paja y arena blanca. La piel pegajosa y la boca dulce de las horas de amor vespertino. Las huellas en mi cuerpo se diluyen cada día y la franja que marcaba el invierno del verano se mezcla camino al otoño. Sólo en los pies mantengo inalterable la sensación de caminar por donde quiero.

No estuve allí

En la Cava de San Miguel. No. Yo no estuve allí. Yo duermo. Me dedico a dormir mucho para acumular reservas de cara al invierno y rellenar mi sueño con este tiempo de oferta.

domingo, 14 de agosto de 2005

Cava de San Miguel

Fue anoche. En la Cava de San Miguel.
Volvía hacia mi coche. Empecé a canturrear una coplilla. "Me lo dijeron mil veces..." De alguna ventana, abierta a la calle y al verano, salió la misma melodía. Estaba cerca. Pero no me volví a buscar de dónde venía, en parte por timidez, en parte por no romper el instante. Algo me hizo pensar que si la encontraba dejaría de sonar, de la misma manera que se cierran los sueños al abrir los ojos. Caminaron las voces juntas hasta el final de la primera estrofa, en la esquina de Maestro Villa. Dos gatos husmeaban la basura. Una pareja se besaba en un Opel Corsa azul oscuro. Los tunos se despedían después de repartirse unas monedas...
Fue anoche. En la Cava de San Miguel.

viernes, 12 de agosto de 2005

Palabras

Yo no sabía dónde estaba la Real Academia de la Lengua. En realidad no me lo había planteado. ¿Tú lo sabes? Al lado del Museo del Prado. Ayer buscaba sitio para aparcar en esa zona y me fijé en el vado. Yo, los vados, si tienen cartel, me gusta leerlos. "Excepto personal de la Real Academia de la Lengua". Me extrañó que no incluyera un "Lunes a Viernes 9h a 20h". Me habría venido bien. ¿Por qué la Academia necesita un vado permanente? Para las emergencias. Imagínate que un académico sale con prisa el viernes de una sesión y se olvida un punto y seguido, pues tendrá que venir a buscarlo a lo largo del fin de semana, no se puede escribir bien sin puntos y seguido. Por no hablar de lo que pasaría si se olvida un verbo a medio conjugar o un adjetivo de uso común.

Pienso que si fuese académico no iría a trabajar en coche oficial con chófer sino en mi propia furgoneta. Así podría llevarme a casa, cada día, un montón de palabras. Por ejemplo: "A ella, que puso tanto esmero en llevárselo todo, se le han olvidado los calcetines" Sujeto: los calcetines. Verbo: olvidar (conjugado en forma reflexiva del pretérito perfecto de indicativo). Objeto indirecto: ella. Lo que hay entre las comas es una subordinada con sujeto (ella), verbo (poner) y objeto directo (tanto empeño en llevárselo todo). Alguien pensará que esta frase cabe en un portafolios. No, esta frase necesita de una furgoneta porque ella es muy friolera y tiene muchos calcetines.

jueves, 11 de agosto de 2005

La Plancha

Ya lo he dicho: desde hace unos días estoy solo. Indefinidamente solo. Miro las habitaciones bastante vacías, no sé si me gusta o me fastidia. Las paredes blancas -con sus imperfecciones, alcayatas y desconchones- son como un folio en blanco en el que escribir una nueva canción. Es emocionante. Hay mucha poesía en esta situación, en el cambio, y también mucha prosa.

A ella le tocó la plancha.

Desde hace unos días estoy solo, y cuando paso al lado de las cortinas del salón me doy cuenta de que están arrugadas y un poco sucias. Podría darme igual pero me jode profundamente que estén arrugadas y un poco sucias. ¡Pero si esto no me había pasado nunca! Relájate, y lo superarás.

A la mañana siguiente me despierto obsesionado con las putas cortinas así que decido que hay que lavarlas y plancharlas. Es entonces cuando reparo en que... a ella le tocó la plancha.

Descuelgo las cortinas en una maniobra que pone en riesgo mi integridad física con el agravante de que estoy sólo en la casa, y en el edificio, y si me caigo y me rompo la crisma tardarán semanas en encontrar mi cadáver. Meto las cortinas en la lavadora en una maniobra sencilla que no pone en riesgo mi integridad física. Al cabo de una hora, y también con facilidad, las tiendo y espero a que se sequen. Esperar a que la ropa se seque es una de las tareas domésticas más agradables, sobre todo si te pones un gin tonic. Lo haré en futuras ocasiones, hoy voy a comprar la plancha.

Me coloco delante de la sección de planchas, a cierta distancia, intentando abarcarlas con la mirada y noto como un universo complejo y fascinante se descubre ante de mí. Se nota que ha habido personas que se han dedicado en cuerpo y alma a investigar y mejorar la plancha, que han vivido por y para la plancha, ese objeto sagrado que calienta y aplasta, calienta y aplasta, calienta y aplasta...



Ni la de 17.95€ ni la de 95.50€, creo que la que mejor se ajusta a mis características es la de 32.95€. Me la llevo -después de abonarla- y conduzco con el brazo por la ventanilla, mirando a los demás conductores con la superioridad que da el sentirse propietario de una TEFAL Supergliss nueva.

Llego a casa. Las cortinas ya están secas. No se han atrevido a bajarse solas de la cuerda. La saco de la caja. Se me cae el librito de instrucciones. No fastidies, hombre, no pienso leérmelas, pero si es un artilugio sencillo y fácil de manejar, calienta y aplasta, calienta y aplasta. La enchufo.

-Deberías leer las instrucciones, no es que seas tonto, pero... ¿por dónde se echa el agua para el vapor? Me dice mi voz interior.

El librito está en veinte idiomas y no consigo encontrar el mío. Al final sí. En letras grandes rojas, lo primero que pone es "ADVERTENCIA: Antes de conectar su nueva plancha TEFAL Supergliss retire el plástico que protege la suela". ¡¡¡¡Mierdaaaaaaa!!!!. La habitación huele a plástico quemado y la suela está completamente negra.

Espero que se enfríe pero no hay manera de retirar la costra negra. Pienso en las posibilidades y descarto enseguida la humillación de ir a la tienda con la verdad por delante para intentar que el dependiente me la cambie por otra. Pienso que si he vivido 36 años sin plancha también podría seguir otros 36 pero lo descarto porque me parece una explicación tramposa de mi propio cerebro para autoconsolarse. Voy a la tienda y compro otra TEFAL Supergliss. No puedo evitar mirar con cierto dolor la PHILLIPS Electrogliss, una máquina fascinante de 65€ que podría ser mía por el mismo dinero que llevo gastado... si no fuera un patán.

Continuará...

miércoles, 10 de agosto de 2005

Queridas manos:

Os mando unas postales de mis vacaciones, ya tan lejanas.
He seguido las pautas de La Mano Que Toca (con su permiso).
Ya sé que no es original, pero me he divertido mucho buscando las fotos que siguieran el guión. Aquí van.

Besos.

Postal 1. Mi sol dormido



Postal 2. Manos



Postal 3. Una Amiga



Postal 4. Las baldosas



Fdo: Cuantró

martes, 9 de agosto de 2005

El colchón

Es que un colchón recién comprado, duele.

Duele, porque viene desnudo, sin sábanas, sin almohada, sin olor... pero sobre todo duele porque viene solo.

Poco a poco empieza a tener su propia personalidad, acabas adorandolo; a fin de cuentas, es el que mejor conoce todos tus secretos. Después, no te cabe ninguna duda, de que en tu cama no puede haber nadie mejor que él.

Fdo: Te miro y no estás aquí.

lunes, 8 de agosto de 2005

Mudanzas

Llevo unos cuantos meses de aquí para allá.

Sofá cama de 1 metro en el estudio. Descubrí que me gusta dormirme con música y despertarme con música.

Sofá cama en 1,50 en Hoyo. Descubrí que por mucho calor que dé el suelo siempre dan más las personas. Una enciclopedia desordenada.

Cama de 90 en el cuarto de invitados de mi casa. Había una silla vieja que me hacía de mesilla sacaba el brazo y me agarraba instintivamente a ella antes de dormir. Debe ser un reflejo ancestral. ¿No dicen que venimos del mar? Antes de monos todos nosotros fuimos naúfragos.

Algunas camas más de cuyos nombres no quiero acordarme.

El viernes estrené un colchón. Duro y barato pero estrictamente mío. Me levanto con dolor de riñones. ¡Yo que había aprendido a dormir en cualquier sitio! Le voy a dar un par de semanas para ver si se ablanda, mejor, para ver si se enternece.

sábado, 6 de agosto de 2005

El suelo



Estuve en una casa bastante vieja, sin comodidades. Dormía en una habitación con dos camas. la ventana daba a la calle principal de Rodalquilar, a la única calle de Rodalquilar. Era ruidosa, a todas horas, pero no lo bastante como para molestarme el sueño. Mucho menos estropearme la vigilia.

Pensé que las baldosas de esa casa llevaban ahí desde bastante antes de que yo naciera. Por tanto ese suelo tenía mucha más experiencia de la vida que yo. Seguro que en ese cuarto habían sucedido encuentros amorosos, desencuentros, algún nacimiento, algún fallecimiento quizá. Igual que un hombre viejo lleva escrito en las arrugas de la cara los pasajes que ha vivido, esas baldosas tenían que llevar escritos millones de pisadas. Un montón de sabiduría vital estaba impresa en ese suelo. Si no es fácil descifrar los surcos de un rostro ya me dirán cómo narices leer las arrugas de una baldosa. Pero yo, estaba al fin y al cabo de vacaciones, tenía todo el tiempo para mirar aquel jeroglífico. Y a ello me entregaba cuando me despertaba de la siesta y C. seguía durmiendo en la cama de al lado.

7 días después no había alcanzado los detalles, la letra pequeña; pero había captado el mensaje pricipal que, como siempre, venía en forma de pregunta: ¿Por qué desequilibró el albañil la balanza en favor de las baldosas blancas? ¿Por qué no hizo bien el ajedrezy cedió ante esas cruces blancas?

viernes, 5 de agosto de 2005

C. y el mar



Le gusta mirar al mar, porque eso le eleva el espíritu. Ella vuela cuando mira al mar. Yo diría que mirar al mar es su antídoto contra el paso del tiempo, contra el exceso de realidad. No es raro porque ¿a quién no le ha pasado el sentir una emoción íntima e intensa al asomarse a una playa o a un acantilado? Ay, el mar. Pero C. también tiene miedo a ese vértigo. No a ser alcanzada por las olas, ni a hundirse hasta el fondo sino todo lo contrario, a elevarse como un globo de feria y perder el contacto de sus pequeños pies con el mundo para siempre. Por eso C. me dijo: papá, entiérrame un rato para mirar al mar.

jueves, 4 de agosto de 2005

Mis Vacaciones

Recuerdo que al volver al cole en septiembre casi lo primero que nos mandaban hacer era una redacción sobre nuestras vacaciones. Los profesores no habían tenido tiempo ni ganas de prepararse la primera clase, y ese encargo era muy socorrido. A nosotros no se nos ocurría nada, Porque a esa edad los momentos se devoran como bombones y no se guardan los papeles de recuerdo. A esa edad importa sólo vivir, el futuro no existe y el pasado tampoco. ¡Qué quiere que le diga señor profesor!
Este año, después de muchos, yo sabía que a la vuelta tendría que rendir cuentas, o sea, contar. Y por eso me traje algunas notas.

Postal 1



Aquí está la mujer de mi vida. 6 años -ella prefiere decir "casi 7". Con la que he dormido estos días. Algunos pensarán que la foto está quemada por el sol. No. Ella es el sol. Y es muy difícil fotografiar al sol de cara.

Postal 2



Este es mi psiquiatra. He hablado aquí otras veces de él. Una mañana tuvo una regresión ancestral en la playa y casi se nos petrifica. Pero nos tiene avisados de que las pastillas están en la funda de las gafas de sol, junto al bronceador, en el bolsillo derecho de la mochila. Entre dos le sujetábamos y otro se las administró. En la foto ya está más tranquilo.

Postal 3



En las playas a las que yo fui, también había gordos y flacos, viejos y jóvenes, pero muy pocos bañadores. Sin bañador es muy difícil diferenciar a un ministro de un albañil, y el que se sienta en la sombrilla de al lado puede ser lo mismo el presidente de un grupo editorial que de una comunidad de vecinos de Orcasitas.
La propietaria del trozo de mar de color carne es asidua del blog. Pero no conozco cuál es su pseudónimo porque es muy pudorosa.


Postal 4

Sin título


miércoles, 3 de agosto de 2005

Especies protegidas

En la playa se ven ejemplares por los que nadie lucha pero que, sin duda, deberían estar protegidos. ¡Si Rodríguez de la Fuente levantara la cabeza!

Repaso mi cuaderno de campo y recuerdo que:
*He visto a ese tipo de tanga de leopardo -lo he visto con mis propios ojos y con los ojos de muchos de testigos- al que la tripa le rebosa en todas direcciones y sin sentido.
*He visto a ese otro con turbo-paquet blanco y cadena de oro.
*He visto a ella, despidiéndose de los 80 ya, rebosante de colorante bronceador, un bikini inexistente y unos labios de silicona que no pegan con ese cuerpo donde el eslogan 'la arruga es bella' debe ser leit motiv.
*He visto a esa familia, ¡ay esa familia!, con neverita, sombrillita, sillitas, abuelita con bata que se acerca a la orilla mojarse los pies...
*He visto a ese tipo, esa tipa y esos tipitos blancos como la leche llegados del polo nortey que con el paso de los segundos van adquiriendo una tonalidad rojiza que se adivina dolorosa...
*He visto esa suerte de foca, morsa o ballena de patas flacas -pues sí, las focas, morsas o ballenas que yo he visto tienen patas, qué pasa- y barriga inconmensurable o similar...
*He visto, además, unas puestas de sol que se me saltaban las lágrimas.

No, no he estado en Benidorm. He estado en una playa más fashion donde, pese a todos nuestros esfuerzos, siempre se cuelan ejemplares de mi querida España, esta España mía, esta España nuestra, para dar una nota de color. Abogo por su protección, no como esos tipos coñazos de Salvemos Mojácar o por ahí más preocupados de reptiles inútiles, pájaros aburridos y costas contaminadas. ¡Qué tontería!

¿Qué hay de ese guiri con cara de guiri que ha aprendido un poco de español y se deprime cuando un andaluz le habla a toda velocidad, comiéndose medias palabras y con cara de estriñido? Pisha, oshe, q'a-se-pa'comé, oshe... shipironenssssssusarsa..., caaaamarrrr-plansha... Lo mejor es la reacción de él/ella/ellos: ¡Sonríen!

lunes, 1 de agosto de 2005

La vuelta (II)

La vida es así. Las manos se van por separado, hace mucho que no se ven, que no se hablan, pero se ponen de acuerdo para la vuelta. Moreno. Con 38, igual que cuando me fui, con barba -por eso de no esforzarse en vacaciones- y muy relajado. Mucho. Quedan días de asueto por delante que se pueden ir sin más o que puedo llenar con cierta gracia.

Agosto, qué bonito lugar para quedar.

La vuelta

Pequeño paréntesis vacacional y playero.
Otra vez en Madrid.
Este es el post número 150, ya nos vale.
El 149 lo escribí con 35. Éste con 36. No sé si siento vértigo o si no siento nada.
Vuelvo bastante moreno, relativamente relajado y un poco raro.
¿Será la edad?

Mudanza

Han pasado 7 años y pico desde que nació a2manos . Y ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida. Auténtica, arriesgada...