viernes, 29 de septiembre de 2006

¡¡Abrazos Gratis!!

Sabéis que es muy raro que pongamos links, e invitemos a ver cositas graciosas en internet.

Pero hoy vamos a hacer una excepción. A ésta le han dado el Óscar. Bueno, un Óscar.

http://www.youtube.com/watch?v=vr3x_RRJdd4

jueves, 28 de septiembre de 2006

Una frase...

Hay días, hay momentos en los que una frase cualquiera dicha por alguien se te clava. Y te revuelves y sueltas un manotazo y le cae a quien lo ha dicho o a otro que pasaba por allí.

Y no tiene que ver con el día, ni con el momento, ni con la frase ni con quien la dijo. Se te clava y entonces saltas y sueltas un zarpazo. O dos.

O en vez de dispararte te lo aguantas, aprietas los dientes y entonces es como si se te sembrara dentro una maldad, una fealdad o una pena que más tarde o más temprano reventará. Casi es peor.

Una de esas frases te puede desorganizar un día entero. De repente te vacías y en la pantalla pone Game Over -- Insert Coin y tú no tienes moneda alguna para echar. Empiezas a darle vueltas.

Aunque Xnem diga que soy cáncer, soy león. Será por eso que cuando me cruzo con una de ésas frases - o miradas- busco un rincón de la jaula y me tumbo al sol. A lamerme, a rugir. Hasta que se me pase.

Keep out, do not feed the animals.

miércoles, 27 de septiembre de 2006

Algo falla

Algo falla cuando tienes más libros de los que puedes leer,
más zapatos de los que puedes gastar,
más deseos de los que te caben en la boca.

Algo falla cuando tienes menos horas de las que necesitas,
dos juegos de sábanas,
un cuerpo sólo para gastarlas.

Algo falla cuando te falta tiempo para dormir,
tiempo para perderlo, tiempo para cantarlo.
Te falta y te sobra compañía.
Digamos que te sobran acordes,
te falta melodía.

Tienes más calcetines divorciados que en pareja.
Muchos sacapuntas y pocos lápices.
Algo falla si tienes demasiadas camisetas negras.

Algo falla cuando miras el vaso y ves tres cepillos.
Algo pasa cuando ninguno de los tres es mío.
Para qué quieres 28 letras si solo tienes diez dedos.

Aborrezco las persianas, las viseras,
las manías que no son mías.

Te duelen los riñones de esperar, de dormir solo,
de no tener a quien contarle
que te gustan las rayas de la carretera cuando sales de viaje.
que algo falla cuando tienes más libros de los que podrás leer,
más zapatos de los que podrás gastar,
más deseos de los que te caben en la boca.

lunes, 25 de septiembre de 2006

Pensamiento

Sentado en la cocina con una pila de platos sucios esperándome. Miro el hueco que dejó el lavavajillas (no me tocó en el reparto) y pienso en las ausencias, las cooperaciones, las complicidades y en la existencia en general. Tengo tendencia a pensar que me vendría bien, un lavaplatos, y más en estos momentos en que el fregadero rebosa pero...

He tenido en la vida épocas de lavavajillas y épocas de Fairy. Y pienso que, aunque me ha resultado cómodo cuando ha estado, nuestra relación nunca incluyó el cariño en ninguna de sus formas. Aquí lo digo y lo señalo: nunca me encariñé con el lavavajillas. Y eso que soy de los que apuran el cepillo de dientes hasta que deja de ser rocabili para hacerse punki, y muy punki. Y luego busco uno del mismo color por puro romanticismo. Tardo años en tirar una camiseta deshilachada y con los colores desvaídos. Me apiado de una batidora que no siempre gira y mantengo largas conversaciones con la lavadora. Pero el lavavajillas. Eso de que no se vea lo que pasa dentro me escama... no es fácil confiar en un lavaplatos. Además les huele el aliento. Y los vasos, que entran sucios y relucientes, salen después límpios pero rayados y sin fulgor. Es como si además de quitarles la grasa los regañara. Os habéis fijado lo quietos que se quedan los platos al acabar el aclarado, no es por respeto, es por miedo.

Así que mira, hoy agarro el estropajo lo unto de Fairy limón y conecto el telediario -el telediario es como la niu-eich: soso, poco enjundioso, pero apropiado para fregar- Me va a quedar como una patena.

viernes, 22 de septiembre de 2006

Psicópata

Mandé el primer mensaje a las 21.42. ¡Llamando a base, llamando a base!

He debido quedar como un psicópata. Yo no me doy cuenta, porque escribo siempre desde el estado de ánimo, el lugar y la hora en la que estoy, i.e. alegre en el centro comercial la hora ya la he dicho.


Pero el destinatario puede estar saliendo del dentista, discutiendo con un vigilante de la zona SER o esperando a alguien que no acaba de llegar me cago en la leche y yo aquí esperando. Podría mandar mensajes pH neutro como el agua de fregar, pero me resisto. Casi siempre. Pero claro, mi sentido del humor, junto con el desfase espacio temporal emocional y con la precariedad que da el disponer sólo de 160 caracteres...

...me da que esta vez he quedado de psicópata.

Aquí en el blog todos saben que soy más inofensivo que Platero, pero por ahí... y de incógnito.

El segundo a las 23.17. Un poco tarde, sí, me he pasado.

Es muy poco probable que mi nombre apareciera en su pantalla. "Número Privado" y eso siempre nos hace pensar mal. Nos hace pensar en psicópatas. En el mejor de los casos se habrán equivocado.

Además, estaba yo jocoso, ocurrente, pizpireto. ¿Sabes ya quién soy?

Mira tú por dónde me gusta mucho eso de pizpireto. La próxima vez que me pregunten ¿profesión? en vez de dudar y comerme la cabeza voy a escribir: pizpireto.

No me han contestado. No hay nada más emocionante y más lleno de significados que un silencio. Un silencio es A y es B, y da que pensar, y que imaginar. Un silencio es un lienzo por pintar. Una respuesta casi siempre un póster de esos que venden en Carrefour.

¿Y si he marcado mal? Recuerdo que no hace mucho le mandé un mensaje cariñosísimo a la octogenaria que vive debajo porque alfabéticamente su nombre es el primero de mi agenda y pulsé enviar sin querer con el móvil en el bolsillo. 10 veces le repetí "No me arañes gatita, hazme fiu fiu". Nunca hablamos del asunto pero me mira con otro interés.

Dudas

Como os veo muy lanzados con las cosas del querer...

A ver, unas dudas

¿El amor es cosa de dos?

¿O es algo personal, demasiado íntimo como para compartirlo?

¿El amor es intransferible como un DNI?

No vale contestar lo evidente.

Sin título


Esta imagen no tiene título.
Sí tiene en cambio movimiento, sentimiento, contenido...
Se nota que el fotógrafo tiene mano.


jueves, 21 de septiembre de 2006

A las 2 de la mañana

Sonó el teléfono.

No suele ocurrir a esas horas pero, concretamente ese día, dormía.

Lo cogí con un sobresalto y me alejé de la cama para que ella no se despertara. Pensé en la guardia civil, la agencia tributaria y todos los hospitales de la ciudad. También en securitas direct y un par de acreedores. Todos con minúscula, que los temo pero no los respeto. Entré en el baño y cerré.

-Que te quiero.

-¿Cómo? dije asombrado y miré la pantalla por si aparecía algún nombre: "Identidad oculta". En mi reloj las agujas marcaban las 2.

-Durante mucho tiempo lo último que hacía antes de dormirme era decirle al tipo que tenía al lado tequiero. Y aprovechar para sentirlo -el quererle- durante los instantes en que esas palabras salían de mi boca y resonaban en su nuca. Desde hace 6 meses duermo sola. Hoy me han vuelto las ganas de dormirme diciendo tequiero. Otros se toman una valeriana o rezan el jesusitodemivida...

-¿Quién eres?

-Eso da lo mismo. En realidad quererte no sé si te quiero, tampoco sé si le quería a él a quien tantas veces se lo dije. Bueno, las 100 primeras yo creo que sí, pero luego... luego sólo mientras lo decía.

-¿Por qué yo?

-¿Y por qué no?

Colgó.

Me tomé unos segundos de estupefacción, más o menos 10. Y luego me alegré de que hubiera en el mundo chiflados que no se repriman si a las 2 de la mañana les entran ganas de decir un tequiero. También agradecí al cielo no formar parte del grupo de personas que se levantan a las 5 para doblar el espinazo en Mercamadrid o conducir un convoy del metro.

Volví a la cama. Pusé los ojos en el techo. Unas rayas naranjas entraban por la ventana. ¿Por qué todas las farolas son naranjas, no podría haberlas verdosas, o azuladas...?

Fui bajando los escalones que llevan desde el techo al sueño. Despacio, como si me hubiera rezado una valeriana o me hubiera bebido un jesusitodemividaeresniñocomoyó... Me dormí con la certeza de que en los pocos instantes en los que articuló las dos palabras, se transmitieron por los cables y resonaron en mi oreja ella me quiso.

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Postal

Todo era propicio.
Cerca el mar,
lejos el pueblo,
cerca el cerco
de dos soledades que se desmoronan,
se oyó el tintineo
de un campanario,
después de excitante silencio
nos dejamos de risas y miradas.
¡Y nos pusimos a pecar como ángeles!

G. Fuertes


lunes, 18 de septiembre de 2006

El éxito del autobusero

Volvía a quedar en el Concurso de Cartas de Amor para Empleados. Era el segundo año que le pasaba. Se lo dijeron esa misma mañana. De estrangis. Un compañero que había formado parte del jurado. Porque si no... en un concurso literario no te enteras de que has quedado tercero: ganador, finalista y montón, no hay más.

Llevaba el 40: el que va de Alfonso XIII a Red de San Luis. E iba bien pero que bien jodido. Porque las cartas de amor no se escriben con talento literario, mucho menos con oficio. Las cartas de amor se escriben con sangre, y salen directamente del corazón. En cada maldito semáforo tenía que encenderse el rojo para recordarle a él con qué se escriben las cartas de amor.

El autobusero nunca había tenido la menor vocación hacia las letras. Era, en cambio, desde niño un hombre de volantes y de ruedas. De pensamientos cíclicos, de ir, y de volver. Alguien que trabaje en el transporte lo sabe: no hay nada más distinto a un escritor que un camionero. Porque el camionero siempre regresa y en cambio el escritor no hace más que ir e ir e ir. Parte un día y ya no vuelve más. Y, ay del escritor que vuelve, ese ni es escritor ni es nada. Ni siquiera es camionero.

El autobusero había empezado con el nacional de mercancías, le gustaba más. Lo que se siente en un seis ejes por la carretera de Andalucía es algo indescriptible que no está al alcance de la mayoría de los mortales. Uno se integra con el camión en una comunión perfecta, pero no sólo eso, en ese vagar inexorable a velocidad y rumbo constantes, uno (hombre-camión) se disuelve en el universo. Y fluye como fluyen los ríos, y flota como lo hacen las nubes, y se calienta y se enfría y florece como lo hace el propio sol. Un camionero es un asceta de nuestros días (de nuestras carreteras) y roza el cielo. Qué digo roza, lo toca y bien tocado. Un camionero es un místico que va en camión. Volvo lo sabe. Por eso los camioneros tienen asientos con muelles. No por los baches, sino porque los muelles le van bien al levitar.

Un camionero sólo deja el ámbito de los cuerpos celestes cuando para en un restaurante o en un club de carretera. Ahí, sí; ahí se hace terreno. Pero en seguida, en cuanto sale, se echa un eructito, tira del pantalón hacia arriba, se sube a la cabina, arranca, deja un ratito al ralentí y vuelve a elevarse. Aunque lleve su curso de italiano en el radiocasete o su Luis del Olmo, él se eleva.

El autobusero había trabajadio como camionero en el nacional de mercancías, y le gustaba mucho, pero conoció a Rita. Se enamoró profundamente, y cambió el seis ejes por un autobús urbano para no tener que separarse de ella. Me podía haber ahorrado esta frase porque ya la veíais venir. No es que seáis muy listos, es que yo soy muy previsible. Me la podía haber ahorrado si fuera inventada, pero es que es cierta hasta los huesos. Rita al principio ni fu ni fa. El autobusero se lo curró con la tenacidad y el temple aprendidos en la red vial. En unas pocas semanas Rita fu y Rita fa. Se cogieron un pisito de alquiler en Hortaleza, muy cerca del Carrefour. No en lo que han hecho nuevo sino en lo cutrecillo, lo que es la Hortaleza proletaria de toda la vida. Dos habitaciones, tercero, exterior, sin ascensor, 60 metros. El suelo de terrazo y las ventanas de hierro, eso sí. Pero les daba igual, el amor que se tenían era más potente que un suelo de parquet del caro, más intenso que un alicatado de Porcelanosa. Su amor era más protector que el aluminio con Climalit, más hermoso que un estucado florentino hecho con esponja y buena maña. El autobusero estaba lo que se dice desatado y cuando a las tres de la mañana ella se dormía después de hacer el amor un par de veces, él se levantaba de la cama sin hacer ruido y se iba a la salita (con las zapatillas, eso sí). Se ponía entonces a escribir caricias extras, besos adicionales, todo lo que no había podido susurrarle, las palabras que no había tenido tiempo de colocar en la piel de ella. Se vertía el autobusero en aquella mesa de formica imitación roble. Los renglones perfectamente alineados, la letra compensada y rotunda, el boli bic azul, de tanto amor escribía en rojo. Y empezaba siempre: Querida Rita:.

Había dejado Mejia Lequerica para tomar Francisco de Rojas y lo había hecho sin afectarse, sin mirar a los mensacas, pasando de todo. Absorto en la última frase de la carta una lágrima se le escapó. Una gorda, no te creas. No es frecuente ver a un autobusero llorar. En parte por pudor y en parte para evitar el trago a los pasajeros se saltó la parada de la calle Luchana. Al finalista le daban 600 euros y al ganador 1500. Eso también le amargaba, aunque menos.

Para recuperar el control y la autoestima se repitió a sí mismo que el éxito del autobusero consiste en ser puntual, ayudar en lo posible a los mayores, no dar acelerones ni frenazos, no hacerle ningún rayajo al coche y tener cuidado con las motos. El éxito de un autobusero es ser invisible. Eso pensaba para mitigar el daño que le hacía haber quedado en el Concurso de Cartas de Amor para Empleados.

viernes, 15 de septiembre de 2006

Pasar Lista

Hace un tiempo que me preocupa una duda: ¿estáis ahí?

Supongo que sí: el contador sigue creciendo pero... hay muy pocos comentarios.

No es que pretendamos los juegos florales que abundan en otros blogs; no nos parecen bien. Tampoco nos molan los patios de vecinas tipo chat, qué cutre. Tampoco es que esperemos aplausos, consejos sentimentales, cajas de bombones o "a mí me ha pasado lo mismo". No. Con que enseñéis la patita de vez en cuando tenemos (enséñanos la patita por debajo de la puerta, eso le decían las cabritas al lobo).

Es que a veces pensamos que vamos por la calle hablando solos. Sería la más leve de nuestras locuras pero según está la cosa policial en Madrid (y Londres) lo mismo acababamos dando con los huesos en un calabozo a manos de Agentes de Movilidad (MA según sus siglas en inglés).

Así que hemos decidido pasar lista. Usad uno o varios de vuestros pseudónimos, tirad del Anonimous si hace falta, mandad una foto de vuestras manos (para conseguir nota) o lo que os dé la gana, pero algo, que os queremos contar.

Gracias, anyway.

jueves, 14 de septiembre de 2006

Etimología Barata

¿Por qué se parecen tanto las palabras "cansar" y "casar"?

Siempre me ha parecido sospechoso que matrimonio y manicomio sean tan parecidas.

Así que decidí hacerme yo mis propias familias de palabras y por supuesto que "novia" viene de "noria".

Esta etimología es mía. Y barata.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Leer en voz alta

C. está en su cuarto, al final del pasillo. Ya hemos vuelto a las rutinas del curso y eso implica cenar pronto y a la cama. Pero todavía no tenemos el ritmo, por eso le cuesta dormirse y, por las mañanas, levantarse.

"Si no te puedes dormir: lee".

Entonces la escucho, lee en voz alta. Lo ha hecho así desde que aprendió. Me gusta oír la música de su voz resonando en esta casa. No puedo evitar pensar que algún día, más cercano de lo que deseo, sólo la escucharé hablar por teléfono con amigos. Luego se irá. Para eso la preparo. Para eso me preparo.

Mientras, disfruto de sus ocurrencias, sus carantoñas, su olor... y de su voz cuando lee.

martes, 12 de septiembre de 2006

Las migas

He cenado un poco de gazpacho,
un poco de tortilla
y un poco de sobrasada.
Con un poco de pan
y un poco de vino.

He recogido la mesa. Lo último siempre son las migas.

Es fácil quitar las migas con un trapo, llevarlas a la mano y de ahí inexorablemente a la basura. Es fácil siempre que no te detengas a mirarlas a los ojos. Ya, ya sé que las migas no tienen ojos. Es una manera de hablar, me refería a mirarlas a la cara (lo de delante es la cara, eso no admite discusión).

Las migas no son como las hormigas, gregarias, sumisas y poco imaginativas; no, tienen un sentido muy fuerte de la individualidad y son altivas y tenaces. Están orgullosas de ser lo que son: migas. Y sus razones tienen, porque consiguieron pasar dos pruebas cruciales: la primera segregarse de la barra, dejar de ser pan para ser miga. ¿Qué muestra mayor de valentía puede haber que dejar la cálida y tierna hogaza para encontrar un sitio en el mantel? La segunda: no haber perecido en las fauces del comensal. Si yo fuera miga también estaría orgulloso ¿Tú no?

Da igual cómo cortes el pan, las migas jamás se distribuyen por la mesa en formación, otra prueba más de su talante libertario. Por eso la gente las coge rápidamente y las lleva a la basura sin atreverse a mirarlas, cobardemente. Porque si tú miras cara a cara a una miga, a una concreta, es imposible que te abstraigas de esa personalidad indómita y cometas miguicidio. Los que hemos cruzado la mirada con una miga jamás lo olvidaremos.

En los restaurantes caros sacan una paleta limpia y reluciente, simil plata, para recoger las migas. Algún simple pensará que es por deferencia hacia el cliente y por ostentación. No, es por deferencia y muestra de respeto a las migas en su viaje postrero.

He cenado un poco de gazpacho,
un poco de tortilla
y un poco de sobrasada.
Con un poco de pan
y un poco de vino.

Y luego me he quedado un rato observando a las migas: su templanza y su dignidad ante cualquiera destino que les espere. Y con el corazón limpio y sereno, humildemente, he contemplado su ejemplo. Intentaré incorporar a mi vida en adelante algunos rasgos, por modélicos.

Una pregunta para que reflexionen y tomen conciencia. Si el Congreso de Estados Unidos y la Casa Blanca y el Senado estuvieran ocupados por migas en vez de por representantes de Cincinati y de cosas peores ¿Habríán invadido Afganistán, Irak, etc?

Pues eso.

lunes, 11 de septiembre de 2006

Asidero

Me meto en la cama. Me tumbo del lado derecho con el brazo estirado por debajo de la almohada. Sale mi mano del embozo y queda tocando la mesilla. A las horas que yo me vot a dormir no tengo ganas de plantearme por qué.

A veces la mesilla a la que me agarro es una tabla de naúfrago. Por si la noche va mal. Por si se me fue la mano con el vino. Por si en pesadillas caigo en uno de ésos vértigos geométricos sin final que tanto agobio dan. Pues yo agarrado a mi mesilla.

A veces es una botella de ron casi vacía. Y yo un navegante ajado y templado en cien tormentas.

A veces la mesilla es la barandilla por la que subo a los sueños. Me agarro para no caerme porque mis sueños aceleran, frenan... van hacia delante y hacia atrás, inlcuso al mismo tiempo.

A veces la mesilla es alguien. Lo noto porque la madera toma el tacto de una piel. Suave y cálida. Entonces me duermo tocando a otra persona. No hay manera más dulce de dormirse que en contacto con alguien. Mi mesilla es entonces una mano, una espalda...

Dormir es empezar un viaje. No lleva uno maleta. Va casi desnudo. No hacen falta vacunas, ni pasaporte. Pero conviene llevar un asidero. Por precaución.

sábado, 9 de septiembre de 2006

De cintura para abajo

Pelos. Piernas. Pies. Pene. Penurias. Picardías. Peligros. Principios. Problemas. Pelos. Preguntas. ¿Puedo? Planes. Please, ponme. Pasión. Pantalón.

De cintura para abajo
pelos, piernas y pies
¿Quién dijo pene?

De cintura para abajo penurias,
picardías. ¡Qué peligro!
Por principios no me gusta buscar problemas.

Sí, más pelos, ya lo sé.
De cintura para abajo surgen varias preguntas.
Por ejemplo ¿puedo?
Alguien llegó y me dijo: pasa.
-No tengo planes
-Mejor

Yo pensé: please. ponme.
Y tú pensaste: pasión.

De cintura para abajo poco.
Demasiado pantalón.

jueves, 7 de septiembre de 2006

De cintura para arriba

Me siento a escribir un post y noto que me miráis por encima del hombro.

Sí, tú, el postero.

Y noto la responsabilidad de hacerlo bien. Aunque no tenga ni idea de qué es "hacerlo bien". Ya están los posteros y la responsabilidad.

Pero llegan también algunos de los escritores que me gustan, y miran de soslayo (a toda velocidad miro en el diccionario "soslayo", intentado que ninguno se dé cuenta, no lo consigo a tenor de las risitas).

La habitación es pequeña, en Madrid hace calor... ¡somos demasiados aquí juntos! Me corre el sudor por la frente, los dedos no se mueven encima del teclado. Siento agotamiento y soledad. Concretamente el agotamiento y la soledad propios del escritor. Para quien no los conozca, diré que este agotamiento y esta soledad son como los normales de toda la vida pero edulcorados, aburguesados, contrachapados y memos. Un escritor no suele estar solo, se rodea de gente constantemente. En segundo lugar los escritores trabajan bastante poco, ¡por qué iban a estar agotados!. Son sentimientos un poco de cartón piedra, exagerados y falsos, pero según estaba la habitación de gente... esos sentimientos entran y agobian, no sirven para otra cosa pero agobian.

Suena el timbre.

Es un antiguo profesor de literatura del instituto. El que me puso sobresaliente en aquella redacción. Que pasaba por aquí... pienso notefastidia y digo encantado, pase.

Voy a cerrar la puerta y aparecen mi padre, unos tíos, y el abuelo que escribió una novelita de joven. Recupero mi sitio delante del ordenador a duras penas. Voy a darle a la primera tecla cuando noto el aliento de todos vosotros en la nuca y el dedo no consigue alcanzar el plástico. Así que me levanto y os mando a todos a tomar viento fresco (a sabiendas de que eso, esta precisa noche, en Madrid, plena ola de calor, es imposible). Os habéis ido a regañadientes, unos más que otros, y yo me he puesto un vaso grande de agua (que en mi relato aparecerá como güisqui).

Ya estoy listo.

Solo.

Pero como empecé el día de currante, seguí de aficionado al bricolaje y acabé de padre.... no sé, estoy cansado y se me cierran los ojos. Y es una pena porque liberado de vuestras miradas empezaba a sentirme pleno y se me ocurrían muchas cosas. Alguna de ellas incluso ingeniosa.

Hace calor.

Y estoy desnudo de cintura para arriba. Esto no lo había dicho.

lunes, 4 de septiembre de 2006

Londres, ¡qué ciudad! (3)

Santander-Londres: 1.40 horas.
Londres (Stansted)-Nottinh Hill: 1.40 horas.

En fin. Vuelvo de un fin de semana en Santander. Playa, boda, cava... Felicidad. Me deprimo. No sabéis hasta qué punto. A la hora de cenar oigo: "Como las inglesas se ponen la falda sobre el pantalón, yo también". Conclusión: C. se acaba de integrar en este país.

No, no pienso ponerme falda como los escoceses. Hoy no.

domingo, 3 de septiembre de 2006

Vecinos de colores


La blanca es la del doctor.
La salmón es la del pescadero.
La azul es la del que vende hielo.
La amarilla es la mía, que soy farandulero.

¿De qué color es la tuya?

Mudanza

Han pasado 7 años y pico desde que nació a2manos . Y ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida. Auténtica, arriesgada...